Vamos con el principio.Todo empieza a mediados del año pasado con la publicación de agraciados en el sorteo para locales (Comunidad Valenciana) de los lotes de la Reserva Valenciana de Caza de La Muela de Cortes.
Aparezco en la lista y tengo que elegir uno de los lotes entre macho montés, muflón o parejas de cierva-gama.
Doy un visto minucioso a las cuotas complementarias y, considerando además que en mi tierra no tenemos muflones, opto por muflón selectivo.
Me llama la atención este animal y tengo curiosidad por su caza.
Acabo el trámite, y elijo mi permiso para los días 5 y 6 de febrero. Las fechas son esas porque son fechas en las que el celador que me guiará es el que me apetece que sea por alguna buena referencia que me ha llegado de él.
Un poquito de geografía e historia…Soy, vivo y cazo (principalmente) en el interior sur de la provincia de Castellón.
En una comarca encajada entre dos sierras que, a modo de pasillo, es el paso natural entre Teruel y la costa.
Además, tras la reconquista, esta tierra se repobló básicamente, con gentes de Aragón.
Cultural, gastronómica, lingüística, folclóricamente...estamos vinculados a los maños.
Un poco por esta vínculo, conozco bastante más aquel terreno que, por ejemplo, el interior de la provincia de Valencia. Conozco mucho más los montes de Castellón y Teruel que los de Valencia que me son muy desconocidos.
Y totalmente desconocido me era el Macizo del Caroig y la Muela de Corte, flanqueados por la Cañada de Ayora hasta Cofrentes por el oeste, las Gargantas del Jucar por el norte y el este.
Tras estos dos días por allí, que decir…
Brutal. Como dijo el compañero Oslo en otro post,Territorio Apache.
Un espacio natural poderoso que, en algunos momentos, abruma.
Una barbaridad de hectáreas, apenas pobladas y con muy pocas carretera. Con una orografía desafiante y una flora exigente, conforman un espacio natural duro, abrupto, imponente, espectacular...Un espacio natural que a ratos te hace parar a mirar, sorprenderte, admirar y continuar.
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[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Ahí, con sus 36.000 hectáreas, la Reserva de La Muela de Cortes ve como medran las poblaciones (cinegéticas) de Gamo, Ciervo, Muflón, Cabrá y Jabalí.
Unas con más presencia. Otras con menos. Otras estables otras en ascenso, otras recuperandose tras periodos de sarna...Cada una relacionándose de una manera con el biotopo.
En definitiva, un lugar al que me pena mucho no haber prestado atención antes.
Me toca cazar en Cortes de Pallás, aunque no me me he podido alojar allí haciendolo en Dos Aguas, localidad próxima.
Cortes de Pallás está al norte de la reserva. Encajado entre el Rio Júcar y unos tremendos cintos de un altura realmente importante. Rio y cintos conforman las gargantas del Júcar. De ahí hacia el sur se extiende una muela flanqueada por dichos cañones y surcada en su superficie (un altiplano, no tan plano) por una orografía en general más ondulada que en sus flancos, pero que en ciertos lugares ofrece barrancazos tremendos.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]En el centro de la Reserva, La antigua Casa del Barón de Cortes es ahora el centro de operaciones del equipo de celadores y empleados de la reserva.
La hoja de ruta: llegar la noche del domingo 4 de febrero para cazar lunes y martes (5 y 6 de febrero)
(Me salto el orden y) Vamos con el final.Martes, 6 de febrero...
Acudo a Cortes de Pallás al romper el día. He quedado a tomar café con Salvador, mi celador.
Yo había dormido mal y el lunes había sido largo. No hay prisa, no vamos a cazar. La mañana queda para acompañarle un rato en sus labores, almorzar y despedirnos afectuosamente.
Ha sido una suerte haberos leído hablar de él y haber podido elegir mi lote en función del celador que iba a corresponder.
Esta escapada me deja un sabor de boca especial y esto se debe tanto al lugar, como a su trabajo. Ha sido un lujazo poder cazar con este chico. Realmente agradable, serio y cazador, muy cazador. He aprendido y he disfrutado a partes iguales.
Es un tío muy formado y apasionado de lo que tiene que ver con el monte y la caza. Dispuesto a resolver inquietudes del cazador al que acompaña.
La mañana, no por tranquila deja de ser amena. Café, charla, charla con el vecindario…
Curioso ver como cada lugareño interactúa con él en función de su situación personal. Desde el vecino mayor que quiere compartir vivencias, hasta la vecina que está acobardada por la presencia de cabradas próximas que se le comen las plantas que ornamentan su calle que ya linda con el monte. No pudiendo aparcar junto a las moreras porque se le suben al coche para comer los brotes de las ramas bajas.
Cada cual le comparte lo que necesita compartir. Y Salvador escucha y hace su devolución, medida y apropiada. No es fácil su posición. Entre sus obligaciones y los intereses de la gente. Mano izquierda, sentido común y mucha claridad. Las cosa bien hechas...siempre están bien hechas.
Tras esas charlas que sin duda forman parte de su labor para un adecuada presencia de la Reserva en el Territorio, emprende otras tareas en las que me permite acompañarle.
Acabamos las faenas que el protocolo marca con un macho montes que habíamos abatido el día antes con una buena afectación de sarna. De camino, disfrutamos de tres muy buenos muflones clavados en un laderón enorme bien tupido de monte bajo. Están lejos, pero emprende lenta huida con un recorrido sinuoso entre la maleza. Un maravilla. Se adentran en una umbría tremenda. Dificil sería entrarles allí.
Hecho esto, procedemos a realizar un censo que tiene programado con el fin de monitorizar la presencia próxima al pueblo por una serie de enclaves determinados que conforman una ruta a pie por las inmediaciones. Tarea que me permite disfrutar de ver caza, mucha caza y de ver algún rincón precioso sobre el Júcar.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Acabamos el censo localizando una bonita collera de tres muflones con un selectivo alto y dos de los grandes de verdad. Un espectáculo de animales.
La verdad es que me ha ganado este bicho. Montaraz, bonito...de los que da gusto observar con los prismáticos en su hábitat. Bonita manera de acabar esa primera parte de la mañana.
(Muy) Buen almuerzo en Casa Emiliano y despedida. Allí quedan Salvador y su Teckel. Por mi parte, regreso a casa con muy buen sabor de boca, conduciendo tranquilo, pensando en fragmentos del día anterior y admirando las Sierras del Ave y de Martés que me acompañan en la primera parrte del recorrido.
Así acaba una escapada chula de verdad.
Pero ahora si….
Vamos con el día de autos. Lunes, 5 de febrero....Buen rato antes de amanecer llego al bar donde hemos quedado, demasiado pronto. Espero a que abran. Mañana fría.
Una vez abierto, espero a Salvador tomando un café con leche. A su llegada, acabamos el desayuno, arreglamos los papeles y le cuento que nada se de muflones, a lo que mande.
Me adelanta que se parece al corzo en zonas de monte. Bien...en la linea de lo que yo hago. Apetece.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Nos ponemos en marcha y salimos del pueblo. A partir de la última casa...ya es cazadero.
La misma subida a La Muela por la cara oeste, desde los mismos arrabales, empieza a dibujar unas laderas y vaguadas orientadas al sol en las que Salvador confía tener un lance temprano.
Finalmente no es así, cosa que me alegra. Al fin y al cabo apetece cazar y conocer el sitio.
Tras otear desde una par de curvas con buenas vistas, renunciamos y emprendemos camino hasta arriba de La Muela.
La idea es llegar a una zona en que el guía confía y empezar a cazar perfilando barranquetes como el aire nos mande y buscando solanos. Sigue haciendo fresco.
De camino allí, cruza un ejemplar que no alcanzo a ver. Una vez aparcamos, hacemos marcha y comenzamos el recorrido que él lleva en mente.
El primer reguero al que asomamos, nos permite ver ese característico bulto robusto y oscuro. Culo al suelo. A revisar exactamente cuantos ejemplares componen el grupo para, a continuación, comenzar a valorar.
Solo un macho, entre hembras y chivos. Salvador recurre al tele y acaba concluyendo que es joven.
Seguimos la marcha intentando pasar desapercibidos, para completar el sinuoso recorrido entorno a los varios barranquillos que confluyen.
Salvador decide abrir un poco el recorrido confiando que el macho que nos cruzó de camino allí, podía haber descolgado en una de esas vaguadas. Eso nos pone un poco mal el aire...pero nos escoramos para salvarlo.
Asomamos paramos, miramos, asomamos, paramos, miramos...culo al suelo. Nos tapamos con un enebro. Efectivamente allí está. Solo.
Con la cabeza abajo. Comiendo. Se tapa. Se destapa...paciencia.
No hace falta el telescopio. A mi, que no entiendo, ya me parece que son palabras mayores. Salvador lo descarta porque es un ejemplar que promete.
Me enamoro de estos bichos. Verle el lomo con la cabeza gacha...esperar que se destape...y ver asomar esos cuernos robustos...Una pasada.
Salimos a gatas. Que no se nos note aunque la cosa no vaya con este.
Continuamos el recorrido previsto y acaba sin que veamos más ejemplares.
Cambiamos a otra zona parecida. Varios barranquetes que confluyen a los que dar vuelta completa. Primero mas alto, con distancia. Y después...vueta para atrás más por bajo. Ya no hace tanto fresco y aunque no veamos nada desde arriba, pueden estar mas tapados. Sin prisas.
Primera asomada y Salvador se clava detrás de una sabina. “Ostras...te buscan los grandes”. No sentamos y a disfrutar de un pedazo de plata acompañado de dos hembras.
No están nada lejos. Dejamos que se alejen un poco mientras pastan para salir de allí sin molestar. Acabamos el recorrido previsto y nada nuevo. Solo esta misma collera que la volvemos a ver un poco más adelante.
Acabada esta vuelta, Salvador me dice que tenemos que hacer un paréntesis. Aunque no es algo normal, han citado a todo el equipo de celadores en la Casa del Barón para una pequeña reunión con el Subdirector de la Consellería. Le sabe realmente mal...pero se tiene que acercar.
A mi me parece una oportunidad de conocer la casa y de conocer a sus compañeros. Ni tan mal.
Una vez allí se desvive. Me abre la zona que tienen para ellos para que pueda almorzar y me da permiso para visitar lo que considere. Su jefe me regala un estupendo libro conmemorativo del 50 aniversario de la reserva. Yo encantado.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Finalizada la reunión, Salvador me dice que tiene intención de cazar todo el día. Que hemos perdido un tiempo precioso y hay que recuperar. Así que nos desplazamos a otra zona para cazar un barranco alrededor del grandísimo depósito de la central eléctrica.
Una vez allí, empezamos a ser conscientes de la barbaridad de calor que está haciendo. Noches muy frías y días muy cálidos. Eso no ayuda. Acabamos concluyendo que lo mejor s retirarnos a comer pronto para alargar la tarde con mejores condiciones.
Efectivamente, tras comer, se medio nubla y empieza a refrescar.
Emprendemos camino hacia la zona que Salvador considera cazar. Esta vez ascendemos a La Muela por la cara este, mucho mas tendida y árida que el otro lado. Terreno de cabras.
Y ahí están...damos con el primer grupo. Cabra, chivo y macho adulto joven. Salvador chista...”vaya, que pena…Coge el rifle” me dice.
Lo abato. Con el grado de afectación de sarna que muestra, no hay otra opción. Esto nos retrasa un rato.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Ahora ya si, al tajo.
Atravesamos parte del altiplano. Algo así como una mar rizada, pero de tierra. En cada ondulación, se puede sorprender caza. Así vemos algunas muflonas, alguna cabrada… Ypo deseo que no aparezca un selectivo. Deseo llegar al rincón que Salvador quiere cazar, y cazar. Como hemos hecho por la mañana.
A partir de cierto punto, esas ondulaciones empiezan a ser vaguadas considerable que se atraviesan a nuestro camino. Que a un lado y al otro, van ganando profundidad. Vertiendo aguas, unas a la izquierda y otras a la derecha.
Dejamos el Land Rover. Mochilas, rifle y a cazar.
Trasponiendo una de estas para asomarnos a la siguiente, veo ese bulto negro en al ladera de enfrente. Andamos lento. Chisto a Salvador y sabe lo que significa. Culo al suelo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Me pregunta. Uno allí, a mitad ladera, le digo. El comprueba y me dice, “veo tres”. Paciencia, miramos, remiramos. No parece que haya mas que esos seis ojos. Solo nos tenemos que preocupar de que no nos vean ellos. El aire perfecto.
Mido distancia. 420 metros.
Revisa con el telescopio. Me dice que le valen los tres.
Me había adelantado que diámetro, envergadura y dirección de las puntas, son los criterios (cualquiera de ellos aunque el diámetro es lo más fácil de apreciar) que se marca para considerar selectivo. Es nuestra ocasión. Ahora hay que ver lo que hacemos.
Nuestra ladera está muy limpia. Pinos jóvenes salpicados y un suelo lleno de leña seca que hace un ruido del demonio.
Cada vez que ellos bajan la cabeza, adelantamos. De pino a pino...y culo al suelo. Vamos midiendo.
Aunque llegamos a 320, ellos pacentan a la vez que andan hacía la cuerda de su ladera y nos recuperan distancia. De nuevo 400. Si nosotros avanzamos, perdemos altura. cuando ellos avanzan, la ganan. No recortamos y cada vez tenemos peor ángulo.
No me preocupa tirar a 320, siempre que tire a mi nivel o para abajo. Pero no tengo seguridad tirando para arriba ( y menos si yo estoy en pendiente descendente). Ellos están mas altos que nosotros y mi ladera no tiene una puñetera piedra que me permita coger ángulo. Así no me arriesgo.
Salvador me mira. Sabe lo que me pasa. Respetuoso. Solo me dice una cosa, “es tu lance, lo que tu digas”.
Espero que pierdan altura y busco con la mirada el mejor punto donde tumbarme para esperar que se mejoren. Todo lo contrario. Llegan a la cuerda. Justo en un punto que hace un ligero collado. Su ladera está mucho mas tapada. Pino, carrasca, sabinas y enebros añosos. Dejamos de verlos y eso nos despeja parte de las opciones. Lo tenemos claro. Le miro, me dice “¿vamos?”, asiento.
Nos ponemos en marcha. En linea recta, hacia ellos, directos al lecho del barranquete que separa nuestra ladera de la suya. Sin prisa pero sin pausa.
Cogemos el lecho, aguas abajo para alejarnos de ellos. Ganarles distancia para subir a su cuerda sin peligro de ser oídos y desde allí, aproximarnos a su encuentro confiando en verlos a una distancia prudencial. La tarde se esfuma.
Con un buen trecho ganado, tiramos de repecho y nos subimos a su cuerda. A partir de ahí...Pasito, pasito, parar, mirar. Pasito, pasito, parar, mirar…. Se hace interminable.
La cuerda está desbrozada, paro a ambos lados monte bajo bien espeso y pino y carrasca jóvenes.
Así, poco a poco hasta que llegamos al punto donde yo calculo que los habíamos dejado de ver.
Pienso …O se han ido o los tenemos aquí mismo.
No damos un paso si mirar bien antes. Despacio. Muy despacio.
Salvador se me queda como un perro de becadas. Mira un par de enebros tupidos que tenemos 20 metros a nuestra derecha. Yo miro donde él y solo alcanzo a ver lo que me parece un nido de procesionaria podrido en el pimpollo que se insinúa tras los enebros. Él sigue de muestra...pienso...”joder, ese puto nido ¿va a ser un culo?” Clavo la mirada.
Esa mancha se mueve. No es un nido...es un culo. Y se ladea y nos da el costado. Me tenso. Un costado muy negro. Es el mas joven de los tres. Desde hace ya un rato llevo el rifle en la mano. Pero ese, aunque selectivo, es el mas joven. Aguanto.
Mierda!!!! El animal se destapa. Se coloca entre dos enebros más separados y casualmente se gira a mordisquear hacia nosotros. Levanta la cabeza y se queda congelado. Plantado, sorprendido. Intentando sacar del aire lo que puede y mirándonos fijamente.
Salvador y yo nos congelamos a la vez.
Solo queda aguantar. El muflón no entiende lo que somos. El aire totalmente de costado. Nublo, nada brilla, no damos olor, no nos movemos. Intento respirar sin que se note que respiro.
Ni le pienso tirar a ese, ni sería buena idea alzar el rifle en ese momento.
Aguantamos. En mi puñetera vida me había aguantado así un bicho, no se ...¿dos minutos? Interminables. Increíble.
Aprecio una curva de cuerno asomar sutilmente tras uno de los enebros. Yo aún no lo había visto. Salvador ( como me dijo después) si. Allí, tapados, y sin vernos estaban los otros dos. Vaya, los tres en un pegote.
En ese momento pasa lo que yo deseaba que pasara. Que los otros dos moviesen a andar y el mirón se dejase llevar por estos.
Así fue. Cuando llegaron a su altura, el mirón encabezó la marcha pausada para salir de allí. Desvía su mirada permitiéndome alzar el rifle.
Solo había que esperar a que el que aparentaba mas viejo diese los dos paso más que tenia que dar para destaparse completamente. Anda, se para, se tapa, me desespero…da un paso más. Se destapa. Coloco retícula. Al mínimo, cuatro aumentos y veinte metros de distancia. La nítida imagen se me graba en la retina.
Disparo, arranca como alma que lleva el diablo... por mi parte, un segundo de incertidumbre que Salvador disipa rápidamente porque ha visto perfectamente la colocación de disparo.
Andamos los 20 metros que nos separan y vemos sangre. Avanzamos una quincena de metros en el monte bajo y damos con él.
Nos miramos...resoplamos… jooodeeerrr…nos felicitamos.
Sabemos que no lo vamos a olvidar. Un animal selectivo, básicamente por escaso diámetro de circunferencia.
Pero sabemos que no lo vamos a olvidar.
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