¿Eres de los que no pone en práctica ciertas recetas de cocina por que se deben hacer medianas o grandes cantidades y no te compensa? ¿Estás solo o sois pocos de familia? o por casualidad ¿eres de los que reparte gran cantidad de carne o de piezas de caza entre familiares y amigos por que tu congelador es pequeño?
Pues bien, hoy os traigo un método de envaso simple, sencillo, sin máquinas ni utensilios especiales que os permitirá guardar en conserva muchos meses aquellos platos que tanto os gustan.
En primer lugar debo deciros que este método es únicamente válido para conserva de guisos, tales como ragout, estofados, escabeches; cocidos madrileños, montañés, maragato o el que mas os guste; fabes, judías del barco, pintas etc; lentejas y cualquier otra legumbre. Es decir, cualquier receta que se elabore en caliente y que tenga líquido.
Únicamente deberéis disponer de tarros de cristal que tengan tapa hermética, son muy adecuados (y son los que más utilizo) los de conservas de tomate frito, espárragos, mermeladas, etc. o sea todos aquellos que habitualmente adquirimos en los supermercados conteniendo muchos de los productos que consumimos a diario.
Los tarros y sus tapas deben estar perfectamente limpios, la limpieza es conveniente que se haga a alta temperatura para eliminar el máximo de gérmenes que se hayan generado del producto anterior, del lavavajillas son perfectamente utilizables, o mejor aún si se esterilizan con agua hirviendo.
Las tapas no deben estar dobladas ni con abolladuras o pasadas de rosca que impedirían un perfecto cierre.
Y ahora al lio.
La técnica es sencillísima, pero hay que hacerla bien y sobre todo de forma rápida.
Cuando tenemos ya el producto cocinado, sin apartar el recipiente del fuego y con su contenido hirviendo, mediante un cucharón o cazo iremos rellenando los tarros, de uno en uno cada vez, debe llenarse hasta que quede aproximadamente un centímetro hasta la boca, limpiáis con un trapo o papel de cocina el borde y en ese momento poner la tapa apretándola fuerte (no os paséis, quedaros justo cuando consideréis que si apretáis mas puede trasroscarse) acordaros de sujetar el tarro con un trapo de cocina o guante para no quemaros las mano que lo sostiene.
Una vez hecho lo anterior pasamos a iniciar la operación con otro tarro.
Los tarros deben dejarse enfriar a la temperatura ambiente de la cocina, no conviene que se enfríen rápidamente, pues el sistema de vacío consiste en que la temperatura del contenido calienta el poco aire que hemos dejado, aumentando la presión de este y expulsándolo fuera.
Al rato (puede ser bastante) oiréis algún ruido del tipo "
tap", no os extrañéis ni asustéis, se debe a la contracción de la tapa e indica que ya se ha producido el vacío, veréis que la tapa presenta un ligero hundimiento central y que si presionáis con el dedo no hay holgura
Y ya está, como habréis observado resulta muy sencillo de poner en práctica y los alimentos se conservan durante meses como recién cocinados y ello sin necesidad de conservante alguno.
Cuando queráis consumirlos, únicamente abrís el bote y vaciáis su contenido en el recipiente en el que queráis calentar.
Los tarros son reutilizables en múltiples ocasiones.
Ya no tenéis excusa.