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 ATALANTA, LA LUNA DEL CAZADOR Y MADRID

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MensajeTema: ATALANTA, LA LUNA DEL CAZADOR Y MADRID   ATALANTA, LA LUNA DEL CAZADOR Y MADRID Icon_minitimeDom 26 Abr 2020, 20:10

Lo que empezó siendo un relato movido por la curiosidad de Venus, que combinaba astrología, mitología, y la cinegética, se desarrolla en otro segundo relato que no podía por menos dotar de la misma estructura, esta es, tres actos y un epílogo. Siendo el segundo relato el que me hace quedar cojo de continente que no contenido, pues debemos darnos cuenta que dos relatos de tres actos piden un tercer relato de tres actos, para formar una trilogía. Ciertamente os digo que desconozco a dónde quiero llegar, tan solo que, como mi mente (ayudada por las lecturas del mundo heleno que últimamente he hecho), imagina estos relatos, teniendo tiempo ahora, decido dar forma a esos relatos oníricos como textos. La trilogía tiene su quid de la cuestión en que en el mundo helenístico la caza, jugaba un papel imprescindible en la sociedad por lo que elevaban a deidad para que les ayudara en la vida real. Por otro lado, era en la astronomía donde se reflejaban sus dioses y héroes, a los que rezaban para tener su apoyo, para finalizar el ultimo lado de este triángulo era la caza, totalmente necesaria en el mundo helenístico y en nuestro tiempo actual una afición por lo general, aunque hoy en día solo unos pocos afortunados se dedican al mundo de la caza profesionalmente. Unir todo en una amalgama de las tres ciencias es lo que levantó mi curiosidad, quiero decir que, muchas noches cuando estoy cazando, veo las estrellas en el cielo, pero no conozco su significado y por supuesto que mucho menos que tenían una historia en el mundo helenístico además debo incluir que según iba investigando en internet, o más leía sobre mitología, más curiosidad tenía.
En este caso la figura de la mitología no es una deidad, sino una heroína que también las había, gozando esta heroína de muy notables habilidades para la práctica de la caza.

Para iniciar el texto pongo una cita sobre la caza en España por un legado romano que me encontré buscando en internet sobre el mundo antiguo y su relación con la caza

El legado de Augusto Quinto Tulio Máximo, de la legión VII, Gémina Félix consagró un ara a Diana con unos versos a ella dedicados.
"Acotó la planicie de un campo y se la consagró a los dioses; y a tí, Virgen Delia Triforme, te erigió un templo Tulio, natural de Libia, legado de la legión ibera, para poder atravesar a las corzas veloces, y a los ciervos, para cazar a los jabalíes de cerdas puntiagudas, y atrapar los caballos criados en los bosques; para poder competir a la carrera o con un arma de hierro, ya sea yendo a pie, o lanzando la jabalina desde un caballo ibero."



ACTO PRIMERO

ATALANTA








Es una heroína consagrada a ARTEMISA y reconocida por sus habilidades para la caza. Se desconoce quién fue su padre, pues lo atribuyen a varios posibles, no obstante, según cuenta parte de la mitología sucedió que el padre al darse cuenta que no era varón la abandonó en la profundidad del monte Partenio, la niña fue criada y amamantada por una osa hasta que fue encontrada por unos cazadores que decidieron adoptarla. Una vez que Atalanta creció, decidió consagrase a la Diosa de la cacería y los montes, Artemisa (de la que ya hemos hablado en el anteriormente), el hecho es que según cuenta la mitología cuando creció se convirtió en una frágil y bella mujer decidiendo no casarse nunca para consagrarse a Artemisa. Se cuenta que durante una cacería que tenía sed, lanzo su lanza y al chocar contra una piedra brotó el agua, posteriormente se conocería como la fuente de Atalanta.

El jabalí de Calidón. Cuenta la mitología que había un monstruoso jabalí en la región de Calidón en el golfo de Patras (en Grecia occidental), causando graves destrozos y grandes males, destrozaba las viñas y las cosechas, obligando a la gente de la ciudad a guarecerse dentro de las murallas, de esta forma empezaron a pasar hambre los habitantes, con lo que trajo mucha penuria para la ciudad. El rey de dicha ciudad, para solventar este asunto envió mensajeros por toda Grecia para cazar dicho monstruo ofreciendo como trofeo los colmillos y la piel del jabalí. Como respuesta vinieron los mejores cazadores y héroes de aquella época de toda Grecia, y algunos del extranjero, vamos que se reunió la flor y nata de la caza. Parece ser que estaban hasta los argonautas, el famoso Teseo, también estaba Meleagro que era el famoso hijo del rey, sin olvidar a la heroína Atalanta. Cuando Atalanta se unió al grupo de cazadores se produjo un shock, pues no admitían a una mujer, con lo que la animaron a que no participase, pero Meleagro impuso su criterio y finalmente la dejaron participar. Empezó la cacería siendo dura y costosa, pero fue Atalanta la primera que consiguió herir con una flecha al fabuloso jabalí, luego fue Meleagro quien le remató hundiendo su acero en el cuerpo del monstruo. Meleagro le dio la piel de Jabalí a Atenea pues fue la primera que hirió  pero los hijos de Tesio no estaban de acuerdo en el hecho que una mujer hubiera conseguido la piel del Jabalí pues era indigno, con lo que se la quitaron a Atalanta posteriormente Meleagro los mató y le devolvió la piel a Atalanta. Al final la Hermana de los muertos tomo un tizón del cofre y lo hecho a la lumbre, cuando el tizón se consumió la vida de Meleagro se acabó.

Hipómenes. Cuenta la leyenda que Atalanta como estaba consagrada a Artemisa tenía la obligación de permanecer virgen, el oráculo la dijo que el día que dejase de ser virgen sería convertida en animal. Para evitar los pretendientes Atalanta anunció que solo se casaría con el que lograse vencerla en una carrera, pero si ella venciera, podría matar a sus contrincantes. Por supuesto que era una corredora nata, siendo más veloz y ágil que cualquier hombre. Así aquel que la pretendiese echaba la carrera, Atalanta los daba ventaja, pero al final siempre llegaba antes que ellos con lo que luego los mataba. De esta forma poco a poco según se conocía las victorias, se iba acrecentado la fama de Atalanta, con lo que cada vez eran menos los pretendientes. Así fue hasta que llegó el hombre que pudo derrotarla, este se llamaba Hipómenes, este para lograr vencerla trabó un ardid ingenioso. Resulta que Hipómenes para vencer a Atenea tenía unas manzanas que le había dado Afrodita, manzanas que procedían del jardín de las Hespérides, (lugar que según el geógrafo Estrabón y Plinio el viejo lo situaban en la Península Ibérica)  Esas manzanas al ser Afrodita la diosa de la belleza eran capaz de enamorar al que las cogiese, de esta forma cuando Atalanta iba a coger a Hipómenes en la carrera, este dejaba caer una de las manzanas con lo que Atenea se paraba para recoger la manzana atraída por su mágica belleza, con todo ello Hipómenes pudo llegar a la meta antes que Atalanta. Con lo que desposó a nuestra heroina. Se cuenta que vivieron felices durante un tiempo con sus cacerías y sus hazañas.


ACTO SEGUNDO

LA LUNA DEL CAZADOR







¿Cuál es la luna del cazador? ¿La conocéis? ¿Habéis oído hablar de ella? Estoy seguro de que la respuesta es sí, aunque ahora no os acordéis, muchos amigos del mundo de la noche de los aguardos son conscientes de ella. Para refrescar la memoria tiro de hemeroteca y os cuento algo de ella. (El artículo sobre el que me baso apareció en el periódico ABC en octubre del dos mil diecinueve).

Simplificando os diré que la luna del cazador es la del equinoccio de otoño en el hemisferio norte, siendo por tanto en el equinoccio de primavera en el hemisferio sur. Esto tiene su lógica pues la órbita de la tierra conocemos que es elíptica y que la luna orbita sobre la tierra. En los dos equinoccios es cuando la luna se puede ver más tiempo durante la noche por la razón del ángulo con que se puede divisar en el cielo.

La LUNA DEL CAZADOR tiene lugar justo después de la LUNA DE LA COSECHA, en concreto en el equinoccio, que llevado a cristiano es el momento cuando dura lo mismo la noche que el día, o lo que es lo mismo hay las mismas horas de sol que de luna.

Conocemos que la luna sale con unos cincuenta minutos de diferencia cada día, pero en esta época la diferencia suele ser apenas unos treinta minutos. Además, si la latitud es mayor incluso la diferencia de tiempo será menor. Esto es debido al pequeño ángulo que forma la órbita de la tierra con el horizonte.
El nombre de la luna del cazador viene por la razón que era la siguiente luna a la de la cosecha. Al ser de larga duración y mayor visibilidad, por el ángulo, era cuando las tribus se dedicaban a ir de caza para aprovisionarse con respecto al invierno, también debo incluir que la luna tiene un carácter más amarillo o anaranjado pues como se mira al horizonte se mira a través de mayor capa de atmósfera que cuando se mira hacia arriba, y la atmósfera provoca una mayor dispersión del color azul, con lo que vemos el cielo muy azul (mirando hacia arriba claro) sin embargo la luna por el espesor la vemos amarilla o anaranjada.

Es, por tanto, la primera luna del otoño, cuando algunas lluvias han mojado los campos resecos, saliendo algunas hierbecillas tímidas, cuando en los campos, al tener un poco de agua buscan las lombrices el mover la tierra, las encinas conocidas como las melosas que son aquellas que dan una bellota más dulce, y más temprana, se hacen dueñas de la llamada para avisar que dan sus frutos, ¿Cómo hacen la llamada? Fácil lo primero son los pájaros, urracas, rabilargos, arrendajos, etc. los zorros se sienten atraídos por el griterío de las aves, y los guarros por el olor de la bellota, y el goloseo de los insectos, arando las zonas llanas de los prados en busca de las lombrices, es el despertar del campo para prepararse para el duro invierno, es la época de atiborrarse de proteínas que ayuden a combatir el invierno. Claro que como el hombre está en la cúspide de la pirámide predatoria pues aprovecha también esa llamada para la caza, y que mejor llamada, que una luna que dura más tiempo en el cielo.

Seguro me hallo, que más de una vez en esa noche de frío otoño os habéis sorprendido por la rapidez con la que sale la luna, también de su color y por supuesto del horizonte, pues bien, esta es la explicación.
Los animales sin la cobertura de los cultivos al haber sido segados, con más luz, con el mismo tiempo de noche que de día pueden ser más fácilmente cazados, por ello se denomina la luna del cazador.

ACTO TERCERO

MADRID







Empiezo este acto con la localización de Madrid, conocemos que el punto más céntrico de la península ibérica está situado en la Provincia de Toledo, en concreto en la localidad de Nombela, con lo que es el punto de la península más alejado del mar, es el centro de la península. La ciudad de Toledo fue capital imperial, con los reyes de castilla que era donde tenían su corte, entre otras razones por la localización, de hecho, muchos de los reyes castellanos están enterrados en dicha catedral. Fue (como no) por una mujer la reina Isabel de Valois, la razón por la que se trasladó la corte a Madrid. Isabel de Valois, decía que se agobiaba dentro de los muros del Alcázar, y que no le gustaba el clima de Toledo (Que digo yo, que varía poco con el de Madrid) otras razones era que el arzobispado de Toledo influía mucho poder, por lo que la trasladarse a Madrid su influjo era menor. Valladolid había ocupado un lugar importante en la revuelta de los comuneros, por tanto, ni uno ni otro con lo que quedaba Madrid. Madrid, además, aportó al monarca, sus reales cazaderos, famosos por su calidad, entre ellos los de la zona del escorial.
Bien, ahora viene el enlace con Atalanta, Madrid por tanto es el centro de España, y en el centro de Madrid está la arteria que denominamos como la Castellana. En el medio de la Castellana está la Cibeles. La fuente de la Cibeles fue diseñada por el arquitecto Ventura Rodríguez y donde Francisco Gutiérrez Arribas esculpió la figura de la Diosa, y el francés Roberto Michel esculpió los dos leones.
La diosa Cibeles es la madre Tierra según los helenos y los leones son Hipómenes y Atalanta condenados a caminar permanentemente paralelos sin poder cruzarse por toda la eternidad como castigo por haber entrado en uno de los santuarios de la Diosa Cibeles y gozar allí de su amor


EPÍLOGO


Es en el epílogo donde uno los tres actos y saco la conclusión, en este caso ya he explicado o unido los actos uno y tres. Vamos a ello.

Llego para estudiar a Madrid sobre los años noventa, por aquel entonces solía cazar mucho sobre todo en los montes de Toledo y en Extremadura en cuestión de monterías no solía bajar de los veinte días por temporadas, el caso es que estar en Madrid tenía sus cosas buenas y malas, lo primero es que me alejaba de algunos de mis cazaderos, pero para algunos otros me veia beneficiado por la situación pues conocía a gente que iba a las mismas monterías que yo con lo que me podía ir con ellos compartiendo viaje. En aquella época mis aficiones eran muy simples caza en otoño y primavera, dejando para la primavera y el verano el caballo y el campo en Extremadura. Pero claro, sucede que la primavera no me permitía ir tantas veces como yo quería para el campo, pues tenía exámenes, y mala combinación debido a que no tenía coche. Para irme a Extremadura, tenía que coger el autobús desde Madrid a Toledo y de allí irme con mi Padre al campo, pero era la vuelta lo que se me hacía más tediosa, debido a los atascos, esos domingos eran insufribles, del campo a Toledo tardábamos unas tres horas a tres horas y cuarto no habiendo atasco, otra mínimo, otra hora del autobús como mínimo si este iba directo y hora y medio si cogías el que paraba en los pueblos que era lo habitual, este te dejaba en la estación sur que estaba en la calle de Palos de la frontera y de allí bien en Taxi o bien en metro dependiendo de la hora que fuese, hasta llegar a mi casa con lo que te llevaba al menos otra media hora. Suponiendo que fueras directo de un sitio a otro sin parar ni cargar maletas ni descargar el coche ni parar, en el mejor de los casos te llevaba unas cinco horas y media para llegar a casa, agotado y luego tenías que prepararte para el día siguiente. Si adicionamos que habías salido la noche del sábado y venías con resaca ese viaje te resultaba muy duro. Con todo ello los fines de semana empezabas a planificarlos de otra manera pues cuando me quedaba en Madrid me rendían mucho más. Así pues, empecé conociendo los distintos sitios de Madrid. Cuando ya llevaba unos fines de semana en Madrid el cuerpo me pedía campo y empecé a curiosear en las afueras de Madrid. Lo que vi me impresiono, una de las primeras salidas en este aspecto recuerdo que fue al Pardo y aquello me encantó lógicamente estaba muy cuidado, todavía no habían cerrado las radiales de Madrid y más tarde estuvo el problema de como solventar el paso del pardo, recuerdo que hubo bastante lío para conseguir el pasar por la zona y que además fue muy polémica la solución. Luego, poco a poco fui conociendo otros lugares dentro de la comunidad que me llamaban la atención. Una de las cosas más sorprendentes para mí era el encinar que tiene Madrid. Con una buena densidad de pies por hectárea, aquello me chocó pues no creía que fuese tan denso ni adehesado como en Extremadura. Un amigo me dijo,
"pues claro Tomás imagínate como tenía que ser la densidad de caza de la zona si la realeza cazaba siempre por estas zonas".

Tuve la fortuna de cazar en el valle del Lozoya, en la reserva de Sonsaz, en Somosierra (que joder el frío que pasé) me tocó un puesto en la cuerda y lo de al lado era de la provincia de Segovia, en Aranjuez a la menor que era un paraíso y en el oeste a la mayor en Cadalso de los Vidrios, Cenicientos, Villadelprado y Chapinería, en fincas que si una era buena la otra era mejor. No se parecía a la Sierra de los Yébenes, de Jara y Pedriza, no, esta tenía más suelo y por tanto era una tierra mucho más rica que la de los montes de Toledo. Recuerdo que iba mucho a Cenicientos a la finca de un amigo que tenía venados de impresión y algunos guarros muy buenos. Por aquel entonces no tenía ni idea de esto de la luna, pero recuerdo que era pasado la berrea cuando nos encantaba ponernos de espera, pues en la berrea hacíamos conteo o tan simplemente la vigilábamos, por aquel entonces siempre me cogía unos días de vacaciones a fin de disfrutar la caza más. La berrea era espectacular, pero una vez pasaba, y antes de que empezasen las monterías teníamos oportunidad para ponernos de espera, entonces, con la luz de la luna, la manta para quitarte el relente de la noche, te quedabas embobado viendo los guarretes que entraban al comedero y a los que por supuesto no tiraba debido a su escaso tamaño. Pero otras veces, me iba con mi amigo de acompañante.

De esta forma teníamos cogido el paso y la entrada a un guarro, mejor dicho, a un Señor guarro por la pisada. El tamaño de las piedras que poníamos en el comedero, imposibilitaba que fuera un guarro pequeño, unas matas más atrás había un par de gordas estacas, lo que anteriormente fue un chaparro pequeño, con una altura de un metro cincuenta, donde el guarro se aseaba, lo que nos mostraba la altura, nos pusimos en el puesto para visitarle, pero no entró esa noche, decidimos repetirle pues no hicimos nada mal ni tampoco ruido ni dejamos olor que pudiera advertir nuestra presencia. Por eso la noche siguiente repetimos, total los otros comederos no estaban tan seguidos.

En esa época los guarros solían tardar más a entrar pues todavía quedaban por recoger alguna parte de uva tardía que a los guarros les encantaba, en esa zona al igual que en Méntrida se daba mucho la garnacha, que era una uva recia que aportaba bastante graduación que maduraba tarde y con una buena cantidad de azúcar. La noche de marras después de prepararnos en la casa fuimos no con mucha fe a ponernos, pero si recuerdo que íbamos contentos pues tuvimos una tarde muy divertida. Preparamos las cosas y nos fuimos a la caída de la tarde. Hay que ver lo largo que se te hacen las horas cuando estas de espera, y las cosas tan distintas en lo que piensas cuando se cierra la noche. El cielo estaba despejado con muchas estrellas, lo que no nos anunciaba lluvias para el día siguiente. Estábamos situados como a media ladera y el comedero lo teníamos situado a unos setenta metros, a la izquierda del comedero unas matas y diez metros más allá el monte, por la derecha otro tanto de lo mismo. En el centro el prado era el que se hacía dueño del espacio. Mi amigo tenía un cuñado que era piloto y solía volar bastante. Cuestión que viene relacionada con uno de los guardas que se llamaba Daniel. Estaba mirando al cielo cuando pasó un avión dejando la estela larga y espesa.

- Dice Daniel que esos que pasan por encima nuestra, son los vuelos que van a barajas y que va a hablar con mi cuñado para que no pasen por aquí que espantan la caza.

- Pues luego le digo a Daniel que los aviones que vienen de África y los que van a Sudamérica seguro que conseguimos que no pasen, pero los que van a Portugal no les queda más remedio que pasar por aquí.

La carcajada no explotó pues la contuvimos con una risa silenciosa, pero si empezábamos ese camino al final fastidiábamos el puesto. Con lo que nos callamos y nos pusimos a mirar, ya la noche se había adueñado de nuestro escenario, tan solo divisábamos las piedras del comedero y una maraña de matas. Pero ¿Cómo podía ser que no tuviésemos luna? Ya, ya sale la luna, esto es distinto, pero …

Que roja es, lo mismo llueve mañana, no, no puede ser no hay nubes, bueno en cualquier caso tenemos visibilidad. Todo esto pensaba yo en ese tiempo de espera. Mi amigo se hartó de espera y sugirió que nos quitásemos con lo que me negué en rotundo,

- Ahora que tenemos luz

- Pues lo tiras tú.

- De eso nada, vengo invitado, me tratas a cuerpo de Rey y encima tiro yo, de eso ni hablar

Conseguí aplacar en mi amigo lo tedioso y monótono de la noche y forzar su atención al menos una hora más. Tiempo después Diego estaba mirando a mano izquierda, cuando yo percibí algo ligero, un pequeño ruido, pero no vi nada, alcé la vista buscando la estela de algún avión, para posteriormente llevarla en el comedero, este me parecía más grande, entonces vi  cómo se movía, menudo guarro, con un golpe de mano avisé a Diego y me lleve el índice a la boca para señalarle que nada de ruido, ligeramente le señale el comedero, la cara de Diego cambió al ver el tamaño del animalito, se echó el rifle a la cara buscándole la paleta. El tiro rompió el silencio de la noche, la carrera fue recta, pero sabíamos que iba tocado, un abrazo nos dimos por el lance, y con una linterna nos acercamos al comedero, pero no vimos sangre lo dejaríamos para el día siguiente, que el tamaño y por donde se había metido no nos podía dar nada bueno.
Vaya noche de nervios, nos levantamos con impaciencia desayunamos frugalmente, y cogimos a una perra que estaba muy puesta, no tardamos en dar con él, el guarro se encontraba muerto seco a escasos cincuenta metros del comedero, creo que dio plata alta.

A lo que iba el relato, resulta que al final Madrid con su diosa Cibeles con Atalanta e Hipómenes, la luna del cazador, me dieron muchas satisfacciones cinegéticamente hablando, vaya en memoria de aquellos ratos, este relato
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