Suena pretensioso, y pido mis disculpas por ello, pero mi ego de cazador subio ayer muchos enteros. De ahi el titulo. Ayer sentí que me habia doctorado en esto de la caza en monteria despues de muchos años, pues cacé una guarra que me sentó como si hubiera cazado el jabalí de mi vida.
Os pongo a continuación una foto del puesto donde aparece marcado en azul el sitio del abate.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]El puesto que me tocó en suerte era un bonito sopié mas propio de lances de reses que de cochinos, pero todos sabemos que en estos puestos hay veces que es precisamente por ellos por donde se zorrean los grandes machos. Asi que expectación e ilusión.
Pongo a continuacion imagen de Google Earth en la que se ve marcado en azul la gran encina bajo la que estaba situado el puesto, la marca de distancia al lugar de abate y la carrera del la cochina marcada con una flecha roja.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Transcurria la monteria escuchando carreras de guarros en el manchon de monte cercano a la encina, pero que indefectiblemente, a pesar de tener el viento perfecto, rompian hacia arriba en lugar de hacia el sopié.
Desde el principio vigilaba el lado derecho del puesto y no le quitaba ojo al frente a la derecha por si venía algún cochino de la parte baja, donde había un rio lejano que tambien se monteaba, para introducierse a la mancha de umbría.
Y entonces apareció la protagonista de la historia. No era una carrera desenfrenada, pero tria un torte cochinero acelerado dirrección hacia arriba. Las miré y por un momento dudé si dispararla, pues la distancia no era poca. Finalmente me decidí y la esperé en la ventana que me ofrecian dos arbolitos. Cuando apareció le corrí la mano por delante del hocico y disparé. Esperé a ver si segui viendo su carrera entre los arboles y no vi nada. Al cabo de un tiempo aparecieron unos perros que se pararon justo unos metros delante de donde había tirado. ¡¡Bingo!!
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Mi alegria ha sido mucho más grande que con cualquier otro de los berracos que tengo colgados de la pared en casa. Un disparo a la carrera en una ventana de escasos metros de ancho y a 175 metros de distancia, me ha hecho doctorarme a mi mismo como tirador. El estar atento a ese punto toda la monteria me otorga el cum laude de cazador.
Ya sabeis que el ego del cazador y el pescador es así, y que si no lo contamos es como lo del chiste de la Schifer y el naufrago de la isla desierta.